miércoles, 9 de enero de 2013

Años interesantes


Por Juan Manuel Bellini 

En el ’75, a un año del golpe final, la muerte se hacía cada vez más presente en la cotidianidad argentina. Desde la literatura, Juan Carlos Martini Real enfocaba conductas de militantes y otros personajes sin perder la ternura, la acidez ni la diversión. La editorial Mil Botellas acaba de rescatar su libro de cuentos La conquista del Imperio Ruso, donde el lector se encuentra con una mirada novedosa.

El cuento que da título al libro cuenta la historia de seducción de un futbolista exitoso del barrio de Boedo apodado Bambi (todo parecido con Héctor Veira no es pura coincidencia) con una estudiante judía de Filosofía y Letras: Edith Socolovsky. El humor está presente en todo momento y surge también del choque entre esos dos mundos. Juan Carlos Martini Real (1940-1996) se permitía la ironía, el sarcasmo, la crueldad y la ternura para tratar a sus personajes, como se ve en los cuentos que integran La conquista del Imperio Ruso, publicado en 1975 y ahora reeditado.
La propuesta que acaba de sacar la editorial Mil Botellas tiene un prólogo especialmente escrito por Luis Gusmán que plantea con acierto que Martini Real “evita el coloquialismo fácil y la caída en un pasado nostalgioso”. Ahí hay una conexión clave: Gusmán en su novela Villa (1995) cuenta las peripecias terribles vividas por un personaje menor: un médico del Ministerio de Bienestar Social en pleno lopezreguismo; un médico tan insignificante que para volar alto tiene que ser una mosca. Gusmán pudo narrar con talento y precisión (y evitando también el coloquialismo fácil y el pasado nostalgioso) ese año previo al golpe militar, desde la distancia del tiempo transcurrido.
Los cuentos de Martini Real están escritos al calor de los hechos. El autor no baja línea ni presenta a los militantes políticos como almas puras sin manchas, sino como seres humanos, con sus conflictos y contradicciones. Un camino que también por esa época tomaban otros. Por ejemplo Jorge Asís, con libros como La manifestación (cuentos, 1971) y Los reventados (una novela de 1974 que se metía con la entonces reciente masacre de Ezeiza), antes de su derrape en los ’90 y en la actualidad. O Manuel Puig, una voz que se intentó silenciar: en la novela The Buenos Aires Affair (1973) mostraba un futuro poco idílico, con violencia, traición y represiones sexuales convertidas en crimen.
En Martini Real hay un cultivado trabajo sobre el bar, que podía ser el porteño La Paz, donde un insurrecto no resignaba la utopía hasta que llegaba la Policía a pedir documentos. O un café de barrio donde un desocupado que se soñaba cowboy podía planificar matar al dictador de turno. Si a Roberto Fontanarrosa se le reconoce, entre otros méritos, su manejo del habla coloquial y de las situaciones en mesas de café, hay que tener en cuenta también en esas dimensiones al cuentista, novelista y ensayista autor de La conquista del Imperio Ruso. Además, Martini Real ha sabido mover a sus personajes en otros ámbitos (casas de familia, una iglesia, la comisaría, los bosques de Palermo, las piletas de Ezeiza…) y eso nunca resulta artificial.
En Argentina siempre se vuelve y se volverá sobre los ’70. Pero con La conquista del Imperio Ruso la entrada será desde la ficción, contada de primera mano, al calor de la época, y con un uso original y divertido del lenguaje y de la acción. Una nueva botella de una editorial que rescató obras de otros escritores que bien vale la pena considerar: Rafael Barrett, Bernardo Kordon, Zuhair Jury, Gabriel Báñez, Alberto Vanasco.

Reseña publicada en Otros círculos.com.ar del mes de diciembre de 2012.

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