sábado, 10 de julio de 2010

Una mirada del país a través de las mujeres


Para María Rosa Lojo, el entorno familiar resulta fundante de una identidad. De ahí que el encuentro del jueves pasado en el Centro Cultural Islas Malvinas, haya rondado entre la España de sus padres, patria siempre imaginada, y una Argentina aún por conocer y que la encuentra anclada en Castelar, barrio de jardines y árboles frutales.
Dos patrias, dos mundos, que sólo la literatura pudo unir. “La literatura es la manera que tengo de relacionarme con el mundo, de instalarme en él”, expresó Lojo. Su última novela, Árbol de familia (2010), escrita a base de preguntas a familiares, cartas y recuerdos, es el meollo de esta cuestión identitaria. Mezcla de un padre republicano y galés que vino al país exiliado por la Guerra Civil, y una madre castellana, cristiana y con un cuaderno sin espacio para un nuevo poema.
Árbol de familia es un libro que recién ahora publicó y que fue madurando, ya lejos de esas voces de península. A la pregunta de porqué el libro, la autora confesó, “porque después de muchos años pude dar con una mirada más fraterna y menos juzgadora de ese pasado”.
María Rosa Lojo recordó su primera relación con la literatura a partir de una minibiblioteca argentina que le regaló su padre. Se alineaban en un estante, también minúsculo, Recuerdos de Provincia de Domingo F. Sarmiento; Fausto de Estanislao del Campo; las Bases de Juan Bautista Alberdi y el Martín Fierro de José Hernández. Convivía también, el relato "Siete platos de arroz con leche" mediante el cual conoció Lucio V. Mansilla escritor y a "todo un mundo hispanocriollo que hasta el día de hoy siento atractivo”. Colección de libros en miniatura que creció y pobló luego sus novelas e investigaciones académicas. “Mis libros son una saga de una Argentina nativa y adoptiva”, puntualizó la escritora que además de ensayista y novelista, es poeta.
Pero la historia del país, que interesa a María Rosa Lojo, no sólo es escrita por los escritores canónicos. Para la autora es aquella que se encuentra más cerca de la pérdida que de la memoria. Muchos de sus puntos de interés residen en personajes como Eduarda Mansilla, hermana de Lucio V. Mansilla, y que eligió homenajear en Una mujer de fin de siglo, o la admirada Manuelita Rosas de Terrero, hija de don Juan Manuel de Rosas, que retrata en La princesa federal. Ambos personajes olvidados por el país vidriera que relata la historia oficial.
Y a esas mujeres, la escritora agregó otros nombres como el de la pianista Delfina Bunge y de otra colegas como Juana Manso, Alfonsina Storni, Victoria Ocampo, Clarice Lispector, Nélida Piñón. Punteó una lista de mujeres que transgredieron el espacio de “puertas adentro” y se pensaron de una vez, activistas de la vida política del país.
La cuestión de género tan imbricada hasta el día hoy, llevó a Lojo a reflexionar sobre su propio oficio y sus prejuicios: “hoy se asoma otro clima, no sólo las mujeres sino también los hombres reivindican otro modelo de mujer”.
Junto a un público ansioso de preguntas y comentarios, Lojo, opinó sobre la existencia de una mirada femenina o masculina a hallarse en los textos, cosa que todavía no tiene resulta pero que sin embargo explicó que “no sé si existe una forma, pero algo de lo que estoy segura es que no creo en la consolidación de clichés. En una literatura de mercado como la de Isabel Allende o Ángeles Mastretta que pautan sobre qué temas y cómo debe escribir una mujer”.
El ciclo Cuatro Ficciones sigue el jueves 15, la última mesa del mes julio, denominada “Crítica y ficción”. La invitada será otra mujer: Liliana Heker, también escritora y con una importante trayectoria en el oficio.

Sofía Silva
Fotos: Delfina Magnoni

Nota publicada en el diario Diagonales, el domingo 11 de julio de 2010-


María Rosa Lojo luego de la charla

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